Se proyecta un gimnasio en un antiguo taller mecánico en el centro de la ciudad, con una superficie de 280 m² en planta baja y 80 adicionales de entreplanta.

La planta baja es un espacio abierto en que se desarrollan los diferentes tipos de entrenamiento. Cuenta además con un vestuario y aseo adaptado en cumplimiento de la normativa de accesibilidad.

La entreplanta se aprovecha para ubicar el resto de vestuarios, salas técnicas, así como una pequeña zona de uso privado de la propiedad.

Uno de los requisitos para la implantación de este tipo de actividad es evitar molestias, sobre todo acústicas, a los vecinos del inmueble. Para ello se aíslan techos, paredes y suelos, con el objetivo de obtener una caja acústica que evite que salgan al exterior los ruidos propios de un gimnasio de estas características, en el que se trabaja con pesas de gran calibre. A posteriori se realizan los pertinentes ensayos para comprobar que funciona.

Se busca una estética industrial y para ello se proyectan instalaciones que discurran vistas sobre los paramentos, enfatizándolas con colores llamativos y otorgando al local un diseño que recuerda a un garaje mecánico.